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30 agosto 2007

Biblioteca Nacional: LA CUESTIÓN ES...

Siguiendo con el tema de la Biblioteca Nacional (BNE), aquí dejo un mensaje de IWETEL que creo podría ser el resumen de lo que pensamos y decimos (en los círculos que podemos) la mayoría de los profesionales, a los que nos importa qué es lo que pasa en las instituciones de nuestro país, y en este caso concreto la BNE.

Un saludo.
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Antonio Casado Poyales escribió:

La noticia cultural de la semana es sin duda la marcha de Rosa Regàs como directora de la Biblioteca Nacional de España. La versión oficial es que ella ha dimitido al no contar con la confianza del nuevo Ministro de Cultura, que la recriminó "no haber hecho nada en cuatro años". Otras lenguas afirman que el ministro le pidió la dimisión a causa de los continuos robos del Patrimonio Bibliográfico de todos los españolitos, ya que a los dos mapamundis del S. XV desaparecidos la semana pasada, hay que sumarle ahora un nuevo robo que se acaba de detectar, otros cuatro ejemplares del S. XVI y XVII.
En los medios se ha abierto el debate sobre la labor realizada por la señora Regàs; a favor o en contra en función de los intereses o las ideas políticas de cada uno, y se discute acerca de quién -de entre los intelectuales afines al gobierno- será el próximo agraciado con el cargo.
Pero el debate no debería ser si Rosa Regàs lo hizo bien o mal, ni a quien se va a nombrar ahora, sino la propia estructura de la BNE. Lo que es absolutamente lamentable es que desde hace años, los sucesivos gobiernos, tanto del PP como del PSOE, designen a personas que podrán escribir muy bien pero no son bibliotecarios profesionales para dirigir la BNE, un centro complejísimo por sus propias características, a cuya dificultad de gestión hay que añadir el hecho de que es (en teoría) la cabecera del Sistema Español de Bibliotecas (SEB, regulado en la época del ministro Jorge Semprún), integrado también (además de por la BNE), por las Bibliotecas de los Ministerios, las de las Reales Academias, las Bibliotecas Universitarias y la red de Bibliotecas Públicas del Estado. Y para guiar esta nave (o mejor dicho, esta flota) los últimos gobiernos han designado en los últimos diez años, no a profesionales del sector, sino a escritores: a Carlos Ortega Bayón, a Luis Alberto de Cuenca, a Jon Juaristi, a Luis Racionero y a Rosa Regás.
Es decir, el puesto de Director, antes llamado Bibliotecario Mayor, no lo ocupa un bibliotecario, sino que es como los antiguos gobiernos civiles, que se otorgaban a cualquiera que fuese de la confianza política del partido que mandase en ese momento, tuviese preparación para el cargo o no, eso daba lo mismo. Hace ahora diez años que los antiguos gobernadores civiles fueron sustituidos por los Subdelegados del Gobierno, que si bien son cargos de libre designación han de ser funcionarios de carrera de los cuerpos facultativos del Estado o de la administración autonómica o local, es decir, que ya no se puede nombrar al amiguete de turno cuyo único mérito era tener el carné del partido que gobernase en ese momento. Sin embargo, al frente de la Biblioteca Nacional de España se sigue poniendo a amiguetes (para pasmo absoluto de nuestros compañeros de otros países más serios). ¿Hasta cuando, señores políticos? ¿No sería mejor que supriman ese cargo de representación absolutamente innecesario, y que la Biblioteca Nacional sea dirigida por un técnico, un profesional facultativo? No es ningún dislate: En Castilla-La Mancha cuando se creó la Biblioteca Regional (que cumple a nivel autonómico las mismas funciones de la BNE en el conjunto del Estado), se puso al frente a un Director Gerente bibliotecario (primero Carmen Sañudo y después Joaquín Selgas), como no podía ser de otra manera. Y esto es lo habitual en todas partes... menos en nuestra biblioteca cabecera.
La alternativa, puestos a mantener cargos innecesarios, es que nuestros políticos hagan lo mismo -por ejemplo- en el Archivo Histórico Nacional y en el Museo Nacional del Prado, dirigidos hasta ahora por profesionales Archiveros y Museólogos, y pongan por encima de ellos un "director florero" que tampoco sepa del asunto pero que se dedique a salir en la foto y a organizar coros y danzas, que siempre queda muy bonito. Pero, personalmente, prefiero la anterior opción.

Antonio Casado Poyales
Historiador y Bibliotecario

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